No te voy a escribir los versos
más tristes esta noche,
como Neruda a sus amantes
de polietileno anacarado.
Ni yo soy de hielo,
ni tú eres de plástico.
No somos los mismos.
Noches de vigilia y (en)sueño
cuando se siente el fervor borbollante
de la nostalgia impactando
en las parades de las venas.
El reloj y sus eternas cadenas
a las cuales vivo ancorada:
condena a cadena perpetua transitoria.
Tic. Suspiro.
Tac. Recuerdo.
Tic. Sus manos.
Tac. Su pelo.
Nunca es tarde, dicen.
Pero se evapora el tiempo.
Forzada a auto-eximirme
de la culpa y de tus besos.
¿Por quién?
¿Por tí? ¿Por mí?
Por el adiós inminente.