domingo, 21 de octubre de 2012

A nosotros, vosotros, eternos todos


Arrogantes, imprudentes, desatados,
sublevados, inocentemente perversos.
Gobernamos nuestras vidas y la de los demás.

No hay mañana. No hay mañanas.

Aves rapaces nocturnas que buscan
el despertar masivo de otros como nosotros.
Comunidades unidas por la ginebra, el humo
verde y la euforia desatada
que muere inversamente proporcional
con la salida del sol.

Y cuando el ocaso se cierna sobre nosotros
otra vez, despertarán nuestras entrañas
y cual desdicha efervescente inundaremos nuestros alvéolos de aire
y de vida, las tráqueas teñirán el cielo nocturno de música
nunca antes escuchada.
Despertares tardíos que reavivan la existencia
de una humanidad cansada, gris, extinguida,
aquella de los días, de las oficinas, de las calles míseramente recorridas.

Nosotros, petulantes seres que, desdichados,
apostamos trozos de vida al momento, 
al ahora,
al todo o nada, 
conquistamos las noches de la ciudad.